19 de diciembre de 2006

El lado derecho

Siempre elijo el lado izquierdo del autobús. Desde el lado izquierdo todo es entrañable. Primero está la papelería, que hace fotocopias en blanco y negro y en color ¡en blanco y negro y en color! (eso dice el anuncio), luego el estanco, y la tienda de tatuajes y la tienda de muebles de los jarrones bonitos y los sillones feos, y la gasolinera y unas siglas que dicen B H S y casi son mis siglas pero no lo son, y un par de kilómetros más adelante otras siglas que dicen B S H (yupi yupi), y después llega el número 365 de la avenida Montañana, que coincide con los días de un año que no sea bisiesto, porque el bisiesto debe de encontrarse en el otro lado, en el lado desconocido, en el lado oscuro: el lado derecho (miedo). Inevitablemente, cada día, sumo los días de cada mes...30 días trae noviembre, con abril, junio y septiembre, los demás traen treinta y uno, menos febrerillo el loco que trae veintiocho....luego están los chalés con huertos en un metro cuadrado y después no veo nada más porque estoy muy ocupada metiendo los brazos por las mangas del forro polar, del gore, guante derecho en mano derecha, guante izquierdo en mano izquierda, dos vueltas de bufanda, calado de gorro, y fin de trayecto. Pero hoy...ay. Osadamente me aventuro en el lado derecho del bus. No soy consciente de mi temeridad hasta que advierto la ausencia de la papelería y sus fotocopias en blanco y negro y en color ¡en blanco y negro y en color!. No hay estanco ni tienda de tatuajes. Adivino un Hipercor a lo lejos, pero no es lo mismo que la tienda de muebles de los jarrones bonitos y los sillones feos. No señor, no es lo mismo. Intento cerrar los ojos a este lado agresivo y desconocido. No hay siglas y ni siquiera me atrevo a buscar el bisiesto número 366. Por si acaso no está, por si lo han cambiado, por si me encuentro accidentalmente con el 368 que no coincide con nada y que por lo tanto da mucho más miedo.