Sólo quería morderse un poquito las uñas...
Andaba ya por el codo cuando se dio cuenta de que esta vez no habría marcha atrás.
-Pues ya que estamos en ello...- y continuó paladeando, brazo abajo por el tubo digestivo. Le siguió el hombro y el otro brazo entero. Las dos piernas, las caderas, las costillas, el cuello, la barbilla, y como postre, su propia boca.
Feliz de convertirse en Nada, de haberse liberado de las ataduras físicas, no se percató de que su cuerpo, revertido y vestido de estómago, ocupaba el mismo espacio que antes. Sus amigos lo reconocieron como si tal cosa y en el trabajo ni si quiera le permitieron cogerse la baja por reversión.
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