11 de mayo de 2007

dolor en las orejas

La tarde languidecia mientras el avión surcaba las nubes cercanas a El Prat descendiendo hacia el final que los viajeros esperaban tan ansiosamente. Con la mandíbula medio destrozada de comer chicle cómo un hipopotamo cuando lucha, todavía albergaba la esperanza de que esta vez no me doliésen las orejas. En el viaje de ida lo havia podido evitar gracias al consabido chicle, a los estornudos y a los bostezos, pero lo que no havia podido conseguir era que no se me tapasen. Esto, a parte de un poco doloroso, es extremadamente molesto, pués no se oye ni un 20% de lo normal. Si a esto se le añade una chica con voz melodiosa pero baja y un cristal entre los dos, se puede llegar a entender los problemas que tuve para alquilar el coche. Por suerte la reserva ya estava hecha y sólo faltavan unos pocos datos, pero la operación se alargó más de lo necesario. Al final, creyéndome medio idiota o extranjero, la chica apuntó con números enormes y haciendo varios circulos alrededor el número de la plaza donde estava el coche, por si acaso no lo encontraba.

Pero ahora esto ya quedaba lejos. Ahora no podia dejar de pensar en masticar, bostezar, estornudar y hacer de todo para evitar el daño que se avecinaba. Pero no fué suficiente y empecé a notar un aguja que se clavaba en mi tímpano, se introducia por el conducto auditivo y traspasaba el celebro cómo una bala con el recorrido bien estudiado para hacer el mayor daño posible.

2 comentarios:

prefierobollitos dijo...

alguien lo ha pasado mal aterrizando? y yo que pensaba que de mayor querias ser azafata...

(espero comentario)

vgaltes dijo...

Te recomiendo que un dia cates las excelencias de los cambios de presión cuando estás acatarrado y se te quitarán las ganas de ser azafata o de hacer cualquier cosa con una azafata en pleno vuelo