27 de abril de 2007

El agujero

Cavé un agujero. En pleno bosque. Con mi azada, con mis guantes, con mis brazos finos de niña de ciudad. Creo que no existe agujero más lindo sobre la faz de la tierra. Mi agujero. Canté a pleno pulmón al principio, escarbé en la tierra removida, a dos patas, a cuatro patas, a mil patas, y cavé, cavé, cavé y dejé de cantar y empecé a sudar, a gemir a cada golpe de azada. Y mi agujero era cada vez más agujero, y cuanto más agujero, más mío. Cuando acabé lo miré, largo y tendido, como a un niño recién parido de mis entrañas. El tamaño, la forma, la profundidad...mi agujero era perfecto. Casi con cariño, le eché un puñado de la misma tierra que salió de su seno. Y otro. Y otro más. Tapé mi agujero, disimulé la tierra removida con hojarasca, con ramillas. Di un par de pasos, volví la vista atrás y el bosque ya se había comido mi secreto. Volví a casa con mi azada, con mis guantes, con mis brazos acalambrados. Y pasó el tiempo, la música y las hojas...sólo yo sé que en algún lugar del bosque yace mi agujero.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ha sido un pequeño placer leer su post.

Post-data: Habrá más?